No me voy a referir al juego perfecto en sí que no tuvo Armando Galarraga por un fallo del árbitro, ya conocido por todos, y que sigue siendo tema de conversación; sino que quiero hablar sobre su actuación una vez decretada la jugada, culminado el juego y en los días siguientes.
De verdad que ha sido admirable la actuación de Armando ante este hecho que, cuando lo vi en vivo tuve sentimientos mezclados: rabia, impotencia, tristeza y una terrible pena por el pitcher – si me hubiera ocurrido, lo menos que habría hecho sería recordarle la madre al árbitro -; pero lo grande de este deportista, fue que nos mostró que debemos ser humildes, tolerantes, saber perdonar, ponerse en los zapatos del otro y reclamar sin ofender al otro. Esta actitud hizo que sus compañeros de equipo –jugadores y técnicos-, la prensa de Detroit y del resto de los Estados Unidos, en nuestro país y hasta los fanáticos presentes en el estadio al día siguiente actuaron de forma pacífica, con dolor y tristeza pero con mucho respeto hacia el árbitro, sabiendo que reconoció su error, pero que la vida continua y vendrán mejores oportunidades.
Esto me llevó a pensar, incluso el mismo Armando lo dijo en una entrevista, lo importante que son los valores familiares inculcados en nuestros hogares y en la escuela, que nos permiten crecer como personas para afrontar episodios tan duros como ese que le tocó vivir a Galarraga, con personalidad y responsabilidad. Por último, mi reflexión es que Armando nos enseñó a unos, nos recordó a otros y nos reafirmó a muchos, lo importante y grande que es la educación y los valores familiares, lo orgulloso que es ser y sentirnos venezolanos, fielmente representados por personas de alta calidad humana como Armando Galarraga reconocido dentro y fuera del país; que quizás no vuelva a tener otra oportunidad de un juego perfecto, puede ser bajado a ligas menores, sea un lanzador regular en su carrera y no llegue al salón de la fama, pero para nosotros será siempre un miembro del salón de la fama de Actuación ciudadana.
De verdad que ha sido admirable la actuación de Armando ante este hecho que, cuando lo vi en vivo tuve sentimientos mezclados: rabia, impotencia, tristeza y una terrible pena por el pitcher – si me hubiera ocurrido, lo menos que habría hecho sería recordarle la madre al árbitro -; pero lo grande de este deportista, fue que nos mostró que debemos ser humildes, tolerantes, saber perdonar, ponerse en los zapatos del otro y reclamar sin ofender al otro. Esta actitud hizo que sus compañeros de equipo –jugadores y técnicos-, la prensa de Detroit y del resto de los Estados Unidos, en nuestro país y hasta los fanáticos presentes en el estadio al día siguiente actuaron de forma pacífica, con dolor y tristeza pero con mucho respeto hacia el árbitro, sabiendo que reconoció su error, pero que la vida continua y vendrán mejores oportunidades.
Esto me llevó a pensar, incluso el mismo Armando lo dijo en una entrevista, lo importante que son los valores familiares inculcados en nuestros hogares y en la escuela, que nos permiten crecer como personas para afrontar episodios tan duros como ese que le tocó vivir a Galarraga, con personalidad y responsabilidad. Por último, mi reflexión es que Armando nos enseñó a unos, nos recordó a otros y nos reafirmó a muchos, lo importante y grande que es la educación y los valores familiares, lo orgulloso que es ser y sentirnos venezolanos, fielmente representados por personas de alta calidad humana como Armando Galarraga reconocido dentro y fuera del país; que quizás no vuelva a tener otra oportunidad de un juego perfecto, puede ser bajado a ligas menores, sea un lanzador regular en su carrera y no llegue al salón de la fama, pero para nosotros será siempre un miembro del salón de la fama de Actuación ciudadana.